Sabes que nunca he sido de «días de«, que más bien los rehuyo porque me pican aquí, en esa esquina del corazón dónde caen a peso las obligaciones de calendario. De todo lo ornamental lo que más me gustó fueron tus margaritas pequeñas, silvestres, casi infantiles, como recién nacidas, (tan yo). En el viaje de vuelta no me separé de ellas y las aferré como un símbolo umbilical, tan mío, tan nuestro (tan nosotras). Te quiero, mama, no hoy, no ayer, siempre.
