Día diez y una pequeña calma se me ha desprendido del corazón para quedarse balanceándose sobre la segunda costilla. La noto y sonrío. El cosquilleo me recorre las constelaciones del pecho y me llega hasta el cielo del paladar. Agradezco el sabor dulce de su pequeño bienestar, es tan frágil, tanto. El 2019 se fue con una última sacudida fuerte y el 2020 se presenta cuesta arriba. Mucho. Lo sé, pero desde hace unos días lo veo todo distinto, como desde una lejanía emocional y me digo que si hay subida, una vez arriba, habrán buenas vistas, no? Empiezo a cambiar el chip de todo. Romperme las estructuras es un acto de fe conmigo misma pero mola, lo bueno de los meccanos internos es que pueden modificarse. Este año empieza con una sensación dulce, muy gustosa, como esta mañana de cielo plúmbeo, como la vista de mis hijos en el salón, la chimenea, R. trasteando, el invierno en cresta y yo. Todos aquí, todo en armonía, todo en orden. Todo bien.
Y por cierto, que aún no os había deseado un feliz año nuevo a tod@s quienes pasáis por aquí!
Feliz Año y a por todas, guapa!! 😀 😉😘🤗❤🌟❄
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Gracias, preciosa, igualmente!!! 😘🌹❤️
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Feliz año, a cuesta arriba! Saludos!
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Feliz año, preciosa! 😘
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Feliz Año Nuevo Ló, siempre es un placer venir a leerte. Un besazo.
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Mil gracias, Carlos, un fuerte abrazo. 😘
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