Es durante el mes de Mayo cuando de verdad siento que podría (re)enamorarme de todo. La luz nueva y balsámica invita, también la reencontrada. Luz mágica que transita fácil por el ánimo mimándolo y protegiéndolo. Haciendo nido. Mayo ha empezado bien, muy, muy bien. Sigo sintiendo el avispero, claro, pero si jamás he permitido que el dolor me condicionase la vida, en primavera muchísimo menos. Me gusta ésta paz ambiental, la que percibo ahí afuera y la que construyo como una hormiga laboriosa por dentro. Así transcurre la primavera, así mis días. Y así quiero que sigan haciéndolo, a lo grande, a lo dulce. De par en par.