Nunca recuerdo cuando se va oficialmente el Otoño. Todo el mundo habla ya de invierno pero… no sé. Tampoco me importa demasiado. Para mí los cambios de estación son puramente anímicos, los rige la luz ambiental y la forma en la que esta es capaz de calarme el pecho. Sinceramente, a este paso creo que llegará Febrero, florecerán de rosa todos-toditos los almendros y yo seguiré proclamando el Otoño. Mi rotundo derecho a él.
Estamos casi a mediados de Diciembre y aún no he puesto ni un adorno navideño. Cosa rara en mí, pero no noto presión alguna, me siento en parte como instalada en un octubre tardío. Así que este año lo cerraré a mi ritmo, a mi aire, agradeciendo la lentitud de mis pasos, la luz tenue y dulce del horizonte, el aire frío que me alisa las mejillas y me enrojece la nariz. Nada, absolutamente nada, me sabe mejor que este instante.
Totalmente de acuerdo, además cada estación tiene su punto especial, a mi me gustan todas y las disfruto sin ninguna prisa.
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