La escucho hablar. Lo hace de forma pausada y con ese sonido de arena que a mí me electriza la dorsal porque es capaz de captar toda, absolutamente toda mi atención. La escucho. Tiene mi edad y la cabeza tan bien hilada que la admiro irremediablemente. La escucho y pienso en mi yo pequeño dando giros sobre la vertical, dando volteretas y ella allí, recta, con los pies alineados, las cosas claras, la letra centrada y arenosa, centrada y lineal, centrada y perfecta. La escucho. Las partículas de sus consonantes forman grumos sobre mis párpados. La escucho y cuanto más lo hago más me crece la certeza de que en algún momento de mi vida me torcí sobre el eje hasta convertirme en una minúscula espiral.
Y una parte de mí, cada vez más grande y fuerte, se siente feliz por ello.
Esas diferencias nos hacen únicos
Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ya lo creo, y eso es genial 😉
Me gustaMe gusta
Hola guapa , paso para saber como te va todo , y ya estas preparando el Otoño que esta casí a la vuelta de la esquina , yo aun no lo tengo preparado y como siempre me pillara de sorpresa , en fin cosas que tenemos siempre las Flores , jajjaja muy bonita tú entrada me alegra de que estes bien amiga mia , besos de tu hermanamiga Flor.
Ahhhh otra cosa , te deseo una feliz tarde de Miécoles .
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hola, preciosa!!! el otro día pensaba en ti, en como estarías. Si te digo la verdad cada año me dejo sorprender por el otoño, de nada sirve prepararlo, el Otoño es tan mágico que improvisar es lo mejor. Tesoro, no sabes cuánto me alegra verte por aquí y sobretodo saberte bien, un besote bien grande!
Me gustaMe gusta