Me siento delante del ordenador. Me descalzo inmediatamente, ¡ay, qué gustazo! ¿verdad? pero ha sido sentir el frescor del suelo y automáticamente tener ganas de ir al baño. No tengo a mano las muletas (ni las quiero), no tengo ganas de llamar a nadie (ni depender), así que a falta de bolsillos me coloco el móvil dentro del sujetador (soy medio kamikaze pero no suicida) y me voy dando pasitos de yaya, lentamente, agarrándome a los marcos de las puertas, a las paredes, a la cómoda de la habitación, incluso al radiador del pasillo. Camino y voy susurrándome a mi misma que “nada puede hacerme caer”. Todo un triunfo llegar al baño y sentarse, ay que bien sientan los pequeños milagros. Otro triunfo aún más grande levantarse. De vuelta a mi estudio he seguido con la misma dinámica y el mismo susurro, “nada puede hacerme caer”, lo repetía a modo de mantra mientras mi recién estrenada pelvis se reía por lo bajini.
Y sí, señores, he vuelto a mi estudio. No sé lo que he tardado pero he vuelto, sin ayuda, a velocidad de tortuga, sí, pero me he sentado solita delante del ordenador y me he puesto tan contenta que me he inmortalizado a mí misma en esta foto tan horrorosa pero tan importante para mí. “Nada puede hacerme caer” que guay -he pensado- que poder de auto convicción más fuerte tengo, coñe.
Pero luego ha sido alzar la vista a la pantalla (sonaba James Arthur en spotify, eso lo sé), descalzarme, notar el frescor del suelo en la planta de mis pies y sentir una flojedad cayéndome a peso desde el techo (digo yo). Un cansancio tan, pero TAN bestia, inmenso, como si hubiera ido a hacer pís al mismísimo puto Everest! (He necesitado incluso un par de minutos para adormitar y reponerme, lo juro.)
Sí, sí, ríete de mí Kilian Jornet…
Gracias Ló por compartir esa lucha con nosotros, ha sido un gran triunfo, el primero de una larga guerra. Un besazo.
Campeona!
Me gustaMe gusta
Le comentaba ayer a mi querida amiga Montse que esta pequeña lucha mía es transitoria, pero que me ha hecho pensar y reflexionar muchísimo sobre todos aquellos campeones (¡héroes!) anónimos que se ven obligados a subir, cada día y en varias ocasiones, a su propio Everest. Yo le he querido dar un punto de humor a mi propia lucha diaria porque, ay Carlos, qué haríamos sin humor? si es la mercromina de la vida, si el humor le quita plomo a cualquier peso en las alas, verdad?. Besitos, amigo mío!
Me gustaMe gusta
Gracias por compartirlo y hacerme pensar que la mayoría de las veces nos quejamos por cosas insignificantes. Eres todo un ejemplo de lucha y coraje, la verdad que te admiro por eso y por tu sentido del humor, eres muy grande amiga, besoss calurosos que por aquí aprieta el calor.
Me gustaMe gusta
Yo me alegro mucho de ese triunfo de llegar solita al baño y volver, pero me dan ganas de regañarte, por no llamar a nadie, que al menos te vigilara un poco de cerca, sé que nos gusta ser independiente, y hablo en plural, porque cuando he tenido esos lumbagos horrorosos, también me he ido sola al baño, aunque no podía dar un paso, somos testarudas, tercas como mulas, pero lo tuyo es bastante reciente, aunque la verdad es que se me escapa una sonrisa de complicidad, a fin de cuentas todo salió bien, aunque te quedaras agotada por el esfuerzo, lo dicho, te vas a recuperar, mucho antes de lo que te imaginas. Un beso va volando a toda velocidad hasta ese lugar mágico donde vives. TK.
Me gustaMe gusta
Me gusta mucho todo lo que escribes❤
Me gustaMe gusta
DE todo lo que estoy leyendo, esta es con diferencia, al menos para mi, la mas intensa.
Me gusta.
Felicidades¡¡¡
Me gustaLe gusta a 1 persona
Oh, pues muchas gracias Jordi, encantada de que te guste. Un abrazo!
Me gustaLe gusta a 1 persona