Me planto delante de ellas y antes de darle al «click» dejo que su visión me excite el pensamiento y la imaginación. Quien vivirá allí? ¿quien vivió antes? ¿qué voces? ¿qué historias almacenará la memoria de sus piedras? En ocasiones no puedo evitarlo y paso la mano por encima, las toco, dejo que el polvillo atemporal forme parte de mi propio presente.
Me apasionan las ventanas y las puertas con alma. Cuanto más añejas, cuántas más historias, cuanta más voz, mejor.

Fascinación que sentimos, tengo una colección enorme de viejos portones y ventanas. Inventar historias o captar algo del interior sería un sueño cumplido. Deberían inventar una cámara que retratase el pasado de las casas. Ésta me habla de amores reprimidos entre antiguos aparadores y camas de roble. Con aroma a berza hirviendo, novelas en la radio, tardes de labores, vestidos de luto y conversaciones entre susurros. Un beso.
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Es verdad, a mí también me pasa! Sobre todo con las ruinas, porque lo mío es la historia antigua. Y es un placer poder posar mis manos sobre las piedras y sillares, solo para intentar captar su espíritu. Precioso. 😊 Un abrazo 😊
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Que bonitas estas ventanas, verdad? Tienen historia! Y el blanco y negro me gusta en la foto.
Yo tengo ganas de volver a Peratallada, parte de la historia de mi adolescencia está ahí. Es precioso! A ver si me animo!
Besitos, guapa! Gracias por compartir tus letras!
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