Días para llenarse los ojos enteros, por ejemplo, de luces navideñas. Días para dejar que el niño interno (re)tome el control y desabroche de una vez el corsé de tanta maldita solemnidad. Días para permitirse la magia a chorros, sin goteo, sin límite, sin control. Días para comer churros a horas intempestivas y reír. Ay sí, reír, reír, reír! Días para caminar por callejones estrechos, desconocidos y misteriosos, repletos de historias inventadas (o no). Días para soñar alto, muy alto y saltar. Ay sí, saltar, saltar, saltar!
¿Un poco de música? —> ♬
Felices fiestas Ló. Me traes la tentación de esos churros revolucionarios, que quiero y no puedo, la terraza en primer plano, y yo con éstos hielos. Y ese fotogénico retrato de la calle en un barrio degradado. Magnificas propuestas todas. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
«Churros revolucionarios» esa sí que es una propuesta rica, incluso podría ser el título de una novela o una película. En realidad yo tampoco debería, pero los churros mojados en risas me resultan irresistibles! 😉
Felices fiestas también para ti, Carlos. Otro abrazo!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ay, que bonita familia tienes!! Felicidades y gracias por compartir esos momentos!
Me gustaMe gusta