Y no sé bien porqué. Algo debe haber en su abanico de días de bronce, algo, que me trae serenidad al alma. Y eso que aún no he salido -camara en mano- en busca del otoño y sus hojas secas, pero por contra he podido ir despidiéndome de las flores del jardín, inmortalizándolas en el recuerdo de una primavera que ya es historia. Octubre me cubre de días tranquilos, de cenas con velas, de ratitos en los que apetece arrimarse a la estufa (aunque sean cinco minutos) y cocinar pegada al horno. Patatas, verduras, ese cheesecake que tanto te gusta y tú, con tu maravillosa adolescencia, desayunándote el amanecer.
Octubre siempre me reconforta.
Siempre.
No tienes desperdicio querida…
Irma ets gran, molt!
Abraçades.
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Ets un amor, Remei, tu si que ets gran!!! abraçades i besets, bonica!!!
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Ara que ho pense, jo sóc més de Novembre…
🙂
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Jo també, de fet m’agrada tant que vaig neixer! 😉
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Me encanta el estilo de tus fotos y la sinceridad de los textos que las acompañan. Trazas un fiel retrato de un paisaje que para mi resulta habitual. Así que con tu permiso me quedaré por aquí. Un abrazo.
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Muchísimas gracias, Carlos, por tus palabras y por quedarte por aquí.
Un fuerte abrazo y bienvenido. 🙂
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Ay, el otoño… Nos reconforta siempre. Por más que me encante el verano.
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Ya sabes que soy de primavera y verano, aunque adoro el mes de octubre, pero creo que me empieza a gustar el otoño, gracias a ti, tus fotos y ese maravilloso lugar donde vives. Besos preciosa.
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Ostras, pues yo me sinto en primavera, mis plantas también 😉 , y me temo que pasaremos de este tiempo al frío de golpe, con lo que me gusta el otoño!
Gracias por compartir tus letras y tus fotos, visitar(te)(os) siempre es una gozada!
Más besos a todos!
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