A partir de los 40 años los meses deberían ser dobles. Y digo los 40 porque es la década en la que siento, de verdad, que el tiempo pasa demasiado deprisa. O yo voy demasiado despacio, que también podría ser. Por eso estaría bien tener meses duplicados. Dos Eneros, dos Mayos, e incluso tres Abriles o cuatro Noviembres, que son mis meses preferidos. Alargar las horas del día?…pues como que no. Porque yo ya llego lo suficientemente molida a media tarde como para que se me alargue aún más la bendita hora de tumbarme en el sofá después de la cena. No, gracias. En la treintena, cuando los niños son más pequeños, sí vendría bien alargar horas. Pero a partir de los 40 o 45  lo ideal sería tener un día de regalo para acabar todo aquello que no has acabado en el anterior. Un día de regalo en el que no envejeces, eh? se entiende. En fin, hoy mientras caminaba por la montaña (esta vez por pura terapia porque cada vez están doliéndome más la rodilla izquierda y la cadera derecha) pensaba en esa chorrada y en que las mariposas, a saber porqué, tienen obsesión por posarse sobre mi cabeza. «Que digo yo que será por el color del pelo», le comentaba a R.

¿O será que mis ideas más rocambolescas tienen alas?

😉