…(pero con cámara)
Una de las mil cosas buenas que tiene la primavera es que podemos hacer más actividades en la terraza, bajo un sol que (aún) no quema y escuchando las golondrinas. Jaume dice que a estas alturas del curso está ya hasta el gorro de tantos deberes, y yo le doy la razón. Mientras lo dice baila haciendo equilibrios con un libro de texto en la cabeza. Lo observo divertida y de pronto me faltan piernas y manos para coger la cámara y fotografiar sus ocurrencias. Y esa es una de las cosas que me he propuesto firmemente como meta, fotografiar mucho más a mis hijos, llevarme cámara adentro cada milímetro de nuestra cotidianidad.
Una cotidianidad maravillosamente mutante, que crece a diario, que gira, que se amolda, que se elastiza y que, la mayoría de veces, me deja con la sensación de escurrirse demasiado deprisa. Y no existe frenos para el tiempo, no, pero por fortuna…hay cámaras. 😉
Se escurren deprisa y además sin que casi seamos conscientes del valor de esos momentos hasta que ya han pasado. Tener un objetivo delante a veces nos hace más conscientes de ellos.
Besos.
Me gustaMe gusta
El tiempo pasa demasiado deprisa, así que no sueltes tu cámara, 🙂 a veces me digo que son los años, pero me doy cuenta que mis hijos dicen lo mismo, al final comparto totalmente la teoría de La Resonancia de la Tierra (Resonancia Schumann) según él, los días tienen 16 horas en vez de 24, me da que algo de eso hay, mis hijos dicen que el día no les cunde nada, y a mí tampoco. 😉
Me gustaMe gusta